Julio del 2006
¿Amamos de verdad?.
¿AMAMOS DE VERDAD?
En toda relación de pareja existe una mezcla de amor (te quiero) y de egoísmo (te necesito)
Hemos de enfrentarnos a esta verdad-realidad sin asustarnos, sin querer ocultarlo o ignorarlo, pues de ello puede depender la propia subsistencia de la pareja como tal.
Para darnos cuenta mejor de esta realidad, vamos a poner algunos ejemplos:
Existen varios tipos o maneras de lo que llamamos "amar":
1) En un lado estaría el que dice: "Sin ti no puedo vivir", "si tú me faltas me muero"... y frases similares. El que "ama" de esa forma, se relaciona con su pareja con frases como: "no te pongas esa ropa, no hables así, no quiero que salgas sin mí, no quiero que hables con nadie...". Su constante pueden ser los celos y, para justificarse, dice que el que no tiene celos no ama. En el extremo están los que dicen: "si no eres mío/a no eres de nadie", "si te vas con otro/a te/me mato". Y lo malo es que algunos, creyendo que lo hacen por amor, realizan estos actos.
2) En el otro lado está el que dice: "Yo, aunque podría vivir sin ti, porque te quiero, decido vivir y compartir la vida contigo". El que ama de esta forma diría a su pareja " Te amo tal como eres, sin condiciones, sin pedirte nada a cambio, a no ser lo que tú quieras darme y cuando tú quieras dármelo. Me gustaría que fueras libre, que fueras tú mismo/a, que crezcas cada día como persona, que te ilusiones por la vida, que realices tus sueños, que explotes todas tus potencialidades, ... y me ofrezco para ayudarte a ello y en todo lo que de mí puedas necesitar estaré siempre a tu lado"
Entre estas dos formas, existen otras con muchas variantes ¿A cuál de estas dos formas de amar se acerca más la tuya? Analízalo de verdad y en profundidad. Ya que puede ser que estás creyendo que amas y estás, en realidad, potenciando más el egoísmo que el amor. A lo mejor estás haciendo actos que tú crees de amor y en realidad no son verdaderamente de amor. Y en la medida en que potencies el amor o el egoísmo, la relación irá mejor o peor. Y lo malo es que a veces existen problemas en la relación y no nos damos cuenta de dónde parten, cuál es el origen, y nos complicamos la vida y no acertamos a hacer un diagnóstico certero.
Muchas veces vamos por la vida sin pararnos a pensar, metidos en los trabajos, en todas las ocupaciones de la vida... Enfréntate tranquila y pacientemente a uno de los problemas que van a condicionar de forma importante tu "calidad de vida" familiar, con toda normalidad, siendo de verdad sincero/a y llamando a las cosas por su nombre. No pasa nada por cualquier situación que puedas descubrir. La mejor, quizás la única manera de poder resolver un problema, es siendo consciente de cuál es de verdad el problema. La mejor forma de poder curar una enfermedad es hacer un verdadero diagnóstico. Una vez hecho, el problema es más sencillo.
Y para este diagnóstico vamos a utilizar la mejor definición de amor que conozco y que parece que ha sido utilizada en muchos congresos de psiquiatras y psicólogos en los que se ha debatido el tema del amor. Y es el que se halla en la Biblia: 1ª Corintios 13, 1-8:
"Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tenga el don de profecía, y conozca todos los misterios y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha.
El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca".
Analizando el punto primero de este texto y adaptándolo a nuestra realidad de pareja, podemos ver que podemos estar haciendo muchas cosas por la relación, que nosotros consideramos de amor (hacer muchos regalos, sacrificarme trabajando, "quemarme" mi cuerpo haciendo sacrificios y todo tipo de privaciones, tener muchos detalles ...), pero todo eso puede que no lo esté haciendo, de verdad, por amor sino para que mi pareja esté tranquila, para que no me dé la lata, para tenerla contenta y así yo poder estar más libre para hacer "mis cosas" ... o por otras razones similares... en lo que hay más egoísmo que amor.
Lo que, de verdad, puede ser un espejo en el que yo pueda ver si lo que yo hago es realmente amor, es el segundo punto, analizando los "frutos" o resultados de eso que yo llamo amor, a saber: ¿Soy siempre paciente? ¿soy capaz de aguantar con paz cualquier cosa que haga mi pareja, aunque a mí no me guste? ¿Le creo todo lo que me dice? ¿Lo aguanto todo? ¿Lo espero todo? ¿Le excuso todo? ...
Me puedes decir, y con verdad, que ése sería un amor perfecto, que el tuyo no llega tan lejos, porque eres un ser humano que tiene unas necesidades .... Y es normal, porque en tu relación no existe sólo amor, sino que, como decimos al comienzo, hay sí una parte de amor, pero también hay una parte de egoísmo, y que es la parte que lleva a satisfacer tus necesidades.
Pero sí que es conveniente que te des cuenta qué es de verdad amor y qué es egoísmo, y que en tu pareja potencies el amor y vayas poco a poco eliminando el egoísmo. Así podrás darte cuenta de que los problemas que pueda existir estarán motivados por el egoísmo tuyo y por el que normal y lógicamente tendrá también tu pareja.
Y de ese juego, de ese análisis, de buscar entre los dos con toda ilusión y cariño, sin los consabidos reproches, la parte de egoísmo que hay en cada uno, de las actuaciones concretas de cada uno, con la ayuda del otro, de la ilusión que ambos pongan en ello, de idear cómo ir eliminando la parte de egoísmo que hay en cada uno, dependerá mucho la marcha de la pareja.
Hace unos días me vino por correo electrónico un texto titulado "Amar a un ser humano", que considero muy adecuado y que sería como un programa de revisión-actuación en este tema del amor. Lo transcribo a continuación. Después de cada punto, yo le he añadido, en letra cursiva-itálica, una pregunta que te puede ayudar a reflexionar, pero que no es la mejor ni la única pregunta que tú te puedes hacer. Dice así:
Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida.
"Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tenga el don de profecía, y conozca todos los misterios y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha.
El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca".
Analizando el punto primero de este texto y adaptándolo a nuestra realidad de pareja, podemos ver que podemos estar haciendo muchas cosas por la relación, que nosotros consideramos de amor (hacer muchos regalos, sacrificarme trabajando, "quemarme" mi cuerpo haciendo sacrificios y todo tipo de privaciones, tener muchos detalles ...), pero todo eso puede que no lo esté haciendo, de verdad, por amor sino para que mi pareja esté tranquila, para que no me dé la lata, para tenerla contenta y así yo poder estar más libre para hacer "mis cosas" ... o por otras razones similares... en lo que hay más egoísmo que amor.
Lo que, de verdad, puede ser un espejo en el que yo pueda ver si lo que yo hago es realmente amor, es el segundo punto, analizando los "frutos" o resultados de eso que yo llamo amor, a saber: ¿Soy siempre paciente? ¿soy capaz de aguantar con paz cualquier cosa que haga mi pareja, aunque a mí no me guste? ¿Le creo todo lo que me dice? ¿Lo aguanto todo? ¿Lo espero todo? ¿Le excuso todo? ...
Me puedes decir, y con verdad, que ése sería un amor perfecto, que el tuyo no llega tan lejos, porque eres un ser humano que tiene unas necesidades .... Y es normal, porque en tu relación no existe sólo amor, sino que, como decimos al comienzo, hay sí una parte de amor, pero también hay una parte de egoísmo, y que es la parte que lleva a satisfacer tus necesidades.
Pero sí que es conveniente que te des cuenta qué es de verdad amor y qué es egoísmo, y que en tu pareja potencies el amor y vayas poco a poco eliminando el egoísmo. Así podrás darte cuenta de que los problemas que pueda existir estarán motivados por el egoísmo tuyo y por el que normal y lógicamente tendrá también tu pareja.
Y de ese juego, de ese análisis, de buscar entre los dos con toda ilusión y cariño, sin los consabidos reproches, la parte de egoísmo que hay en cada uno, de las actuaciones concretas de cada uno, con la ayuda del otro, de la ilusión que ambos pongan en ello, de idear cómo ir eliminando la parte de egoísmo que hay en cada uno, dependerá mucho la marcha de la pareja.
Hace unos días me vino por correo electrónico un texto titulado "Amar a un ser humano", que considero muy adecuado y que sería como un programa de revisión-actuación en este tema del amor. Lo transcribo a continuación. Después de cada punto, yo le he añadido, en letra cursiva-itálica, una pregunta que te puede ayudar a reflexionar, pero que no es la mejor ni la única pregunta que tú te puedes hacer. Dice así:
Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida. Analizando el punto primero de este texto y adaptándolo a nuestra realidad de pareja, podemos ver que podemos estar haciendo muchas cosas por la relación, que nosotros consideramos de amor (hacer muchos regalos, sacrificarme trabajando, "quemarme" mi cuerpo haciendo sacrificios y todo tipo de privaciones, tener muchos detalles ...), pero todo eso puede que no lo esté haciendo, de verdad, por amor sino para que mi pareja esté tranquila, para que no me dé la lata, para tenerla contenta y así yo poder estar más libre para hacer "mis cosas" ... o por otras razones similares... en lo que hay más egoísmo que amor.
Lo que, de verdad, puede ser un espejo en el que yo pueda ver si lo que yo hago es realmente amor, es el segundo punto, analizando los "frutos" o resultados de eso que yo llamo amor, a saber: ¿Soy siempre paciente? ¿soy capaz de aguantar con paz cualquier cosa que haga mi pareja, aunque a mí no me guste? ¿Le creo todo lo que me dice? ¿Lo aguanto todo? ¿Lo espero todo? ¿Le excuso todo? ...
Me puedes decir, y con verdad, que ése sería un amor perfecto, que el tuyo no llega tan lejos, porque eres un ser humano que tiene unas necesidades .... Y es normal, porque en tu relación no existe sólo amor, sino que, como decimos al comienzo, hay sí una parte de amor, pero también hay una parte de egoísmo, y que es la parte que lleva a satisfacer tus necesidades.
Pero sí que es conveniente que te des cuenta qué es de verdad amor y qué es egoísmo, y que en tu pareja potencies el amor y vayas poco a poco eliminando el egoísmo. Así podrás darte cuenta de que los problemas que pueda existir estarán motivados por el egoísmo tuyo y por el que normal y lógicamente tendrá también tu pareja.
Y de ese juego, de ese análisis, de buscar entre los dos con toda ilusión y cariño, sin los consabidos reproches, la parte de egoísmo que hay en cada uno, de las actuaciones concretas de cada uno, con la ayuda del otro, de la ilusión que ambos pongan en ello, de idear cómo ir eliminando la parte de egoísmo que hay en cada uno, dependerá mucho la marcha de la pareja.
Hace unos días me vino por correo electrónico un texto titulado "Amar a un ser humano", que considero muy adecuado y que sería como un programa de revisión-actuación en este tema del amor. Lo transcribo a continuación. Después de cada punto, yo le he añadido, en letra cursiva-itálica, una pregunta que te puede ayudar a reflexionar, pero que no es la mejor ni la única pregunta que tú te puedes hacer. Dice así:
Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida.
¿Soy capaz de "buscar" al verdadero ser humano al que amo, más allá o por encima de sus apariencias o me fijo en sus hechos, sin pensar en sus hondos y verdaderos motivos y en los conflictos internos que puede tener, sus miedos, los "mecanismos de defensa" que la "vida" le ha hecho sentirse necesitado de utilizar?
Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.
¿Escucho con toda atención y respeto los verdaderos motivos por los que el ser amado actúa de una determinada forma y le ayudo a que sea cada vez más él mismo, o más bien busco la manera de hacerle cambiar para que se adapte a lo que a mí me gusta o interesa?
Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tú mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, "este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo".
¿Frente a la persona amada soy yo mismo/a, me ofrezco en mi estado verdadero y real actual, con mis debilidades y miedos y actuando con total libertad, o trato de ocultar alguno por vergüenza o por temor a que lo pueda utilizar en mi contra?
Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando duda de sí mismo, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.
¿En mis relaciones con la persona amada, estoy pendiente de sus necesidades de apoyo, estímulo, cariño, desahogo..., o más bien voy siempre buscando satisfacer mis necesidades de apoyo, estímulo, cariño, desahogo...?
Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.
¿Procuro que los encuentros con el ser amado sirvan para el enriquecimiento mutuo que ambos necesitamos, sin exigir nada que el otro no quiera dar; procuro no caer en la rutina, haciendo que cada día esos encuentros supongan una renovación del amor que existe entre los dos?
Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
¿Ayudo de verdad, con todo mi amor y cariño a que el ser amado descubra su auténtica riqueza interior y le estimulo de corazón a que haga todo lo posible por descubrir y hacer fructificar los talentos que posee, para que su vida pueda ser cada día más rica y agradable; o tengo miedo de que, si "crece" mucho, me pueda dominar o no lo/la puedo controlar?
Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquellos que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.
¿Ayudo a la persona amada, con amor y libertad, a que respete mis y sus límites, que yo también respeto, y a dialogar con paz sobre las posibles diferencias que puedan existir entre los dos; o tengo miedo de que, si le pongo límites, me pueda dejar de querer o pueda tener una discusión, que quiero evitar ? Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del "hombre", como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo. Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del "hombre", como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
¿Procuro ver en el ser amado a un "ser humano" más allá de su individualidad, como una representación de la humanidad, de la que yo también formo parte, a la que yo pertenezco, milagro de ser y de presencia, "nota en la sinfonía del mundo", manifestación viva de una Realidad, mucho más allá de cualquier apariencia?
---o0o---
Entiendo que alguien que no se haya parado a pensar mucho en estos temas, pueda decir que conseguir este tipo de amor que propongo es imposible para un ser humano; y yo le diría que estoy de acuerdo según desde el punto en que parta, o mejor, dependiendo de con qué ayuda pretenda contar para lograrlo. No digo que sea fácil, lo que sí digo, por mi experiencia de creyente, es que sin la ayuda de Dios ello sería imposible. San Juan dice que "todo el amor procede de Dios" y yo añado y repito que estoy de acuerdo en que, por mí cuenta, yo solo, sin la ayuda de Dios, es imposible conseguirlo. Para ello, para dar los pequeños pasos que Eva y yo hemos dado en este camino, estamos poniendo en práctica un método que vienen recomendando todas las religiones, y entre ellas de forma especial la Católica, a la que pertenecemos, y que además recomiendan muchísimos psiquiatras y psicólogos, no para este tema en concreto, sino, en general, para mejorar la vida: Practicar la meditación-oración todos los días. Pararnos cada día a pensar en nuestra vida, en cómo va, en cómo mejorarla, etc. y pedir la ayuda divina. Por ejemplo, lo recomienda en sus libros "Tus zonas mágicas" y "Tus zonas sagradas", Wayne Deyer, más conocido como el autor del libro "Tus zonas erróneas",
Creo que merece la pena dedicar unos ratos a "mejorar nuestra calidad de vida", observando con amor cómo va nuestra relación y, entre los dos, ir dando pasos, tranquilos pero decisivos, para mejorarla.
Lo expuesto no es algo copiado de algún libro, sino extraído del "libro de la vida" de nuestra pareja. Le hemos ido aprendiendo, no sin dificultades, a base de ir probando y cambiando, de cometer algunos errores e irlos rectificando, contando siempre con la ayuda de Dios. Y aunque está mecanografiado por mí, existe dentro del texto un montón de ideas que, durante nuestra vida, he ido aprendido de Eva, mi esposa, compañera y mi mejor amiga. Con ella he leído el texto y lo hemos mejorado bastante con sus aportaciones.
Tú, que has leído lo anterior, es posible que no estés de acuerdo con algunos aspectos, o tengas otra forma de verlos. Está pensado para que pueda servir de base para dialogar. Te agradecería me hicieras llegar tus comentarios que, seguro, nos enriquecerán. Gracias anticipadas.
Ofrezco este trabajo con todo cariño a quien le pueda ser útil:
JESÚS B. SUÁREZ
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Publicado por CasaBetania el 24 de Julio, 2006, 23:17
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Reflexiones en torno al V Encuentro Mundial de las Familias
Dos Papas han contribuido a este V Encuentro Mundial de las Familias :
Juan Pablo II lo pensó, y Benedicto XVI lo ha realizado.
V ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS Y DISCERNIMIENTO CRISTIANO.
«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181). mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181).
V ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS Y DISCERNIMIENTO CRISTIANO.
«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181). mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181).
«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181). mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» (San Ignacio de Loyola. EE.3181).
No es ajeno al discernimiento cristiano cualquier acontecimiento en la vida de la Iglesia. Y en esa línea V Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en Valencia el pasado mes de julio de este Año del Señor 2006, como se ha mostrado a lo largo de las ponencias, conferencias del Congreso de las familias, tiene una muy importante aportación para el discernimiento de lo que es la familia en el Plan Salvífico de Dios. En este mundo nada es casual. Todo responde a los designios eternos de Dios Padre respecto al ser humano. Respecto a la realidad de la vida familiar también están contemplados en este Plan Salvífico.
En el V Encuentro Mundial de las Familias la Iglesia ha querido dar el mensaje de lo que ella entiende y defiende como familia y su papel y función social, basándose en la larga tradición bíblica y en la tradición eclesial.
Así el Papa Benedicto XVI, destacaba en su homilía en la multitudinaria misa conclusiva del Encuentro el pasado 9 de julio proclamando"...La familia cristiana —padre, madre e hijos— está llamada, pues, a cumplir los objetivos señalados no como algo impuesto desde fuera, sino como un don de la gracia del sacramento del matrimonio infundida en los esposos. Si éstos permanecen abiertos al Espíritu y piden su ayuda, él no dejará de comunicarles el amor de Dios Padre manifestado y encarnado en Cristo. La presencia del Espíritu ayudará a los esposos a no perder de vista la fuente y medida de su amor y entrega, y a colaborar con él para reflejarlo y encarnarlo en todas las dimensiones de su vida... Éste es el mensaje de esperanza que desde Valencia quiero lanzar a todas las familias del mundo..."
Y concluía: "...En el origen de todo hombre y, por tanto, en toda paternidad y maternidad humana está presente Dios Creador. Por eso los esposos deben acoger al niño que les nace como hijo no sólo suyo, sino también de Dios, que lo ama por sí mismo y lo llama a la filiación divina. Más aún: toda generación, toda paternidad y maternidad, toda familia tiene su principio en Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo..." (Homilía conclusiva).
Nuestro tiempo es oscuro, turbado, con vacío de fidelidades, sin esperanza estables, sin amor, perezoso, tibio y triste, «como separado de su Creador y Señor».
La percepción del mundo en qué vivimos, «no lo saben ni lo sabrán jamás quienes huyen del mundo, y menos aún quienes se conforman según él» (J.B. Metz-T. Rainer). Posiblemente ahora nos estemos dando cuenta de que muchos cristianos hemos descubierto el mundo «tarde y mal» y pasamos precipitadamente de la «fuga mundi» a la «fascinatio mundi». Esta precipitación no discernida -posiblemente no se podía hacer todo al mismo tiempo- nos ha hecho personas muy conformadas con la realidad presente y sin posibilidad de percibir el tiempo desolado y frío. Y esto llega a la realidad familiar.
Personas y comunidades sin capacidad de resistirse a este mundo en el que se ha enfriado el amor («Al crecer la maldad [anomía] se enfriará el amor en la mayoría, pero el que resista hasta el final se salvará»: Mt 24,12-13). Un mundo en el que malvivimos sin pasión y sin amor y ante el cual resistirse no merece la pena, porque ya no puede ser den otra manera («El que esto pueda ser de otra manera» es ya cuestión de celebrarlo en cumpleaños de épocas en que parecía posible).
Nuestra vida religiosa la vivimos a veces de una forma esquizofrenica: queremos agradar a Dios, pero sin que Dios moleste nuestros intereses mundanos, así nuestros valores y nuestra vida están separados de nuestra fe.
De forma enfermiza queremos ser hombres, según el mundo y ángeles según Dios. Esto es imposible, ya que somos criaturas, ni ángeles ni demonios.
Para un adecuado discernimiento la siguiente pregunta es urgente e ineludible: ¿Nos dice algo el Espíritu en estos tiempos?
Llegados aquí, la pregunta que debemos hacernos es ¿Qué es el discernimiento espiritual?.
El discernimiento es la capacidad interior de percibir en dónde obra el Espíritu Santo, el espíritu evangélico, el Espíritu de Cristo: en las situaciones, en las decisiones, en los acontecimientos, en los problemas. Y de percibir, también, en dónde obra el espíritu de Satanás, el espíritu de la mentira, el espíritu del engaño, el espíritu de amargura, el espíritu de confusión. El discernimiento, cuando nos es dado por medio de una sensibilidad espiritual, casi instintiva y permanente, se llama don del discernimiento de los espíritus por el cual San Pablo ora para que les sea dado a los suyos, y es indispensable para los que tengan responsabilidades.
Desde la Fe y con la ayuda de Dios la vida familiar según el Plan de Dios es posible.
La familia, según el Plan de Dios - constituida inicialmente por un hombre y una mujer- como "cédula de la sociedad". Igual que los tejidos biológicos están conformados por células dando origen a la complejidad que suponen los seres vivos con sus diversos órganos, músculos, huesos. O bien hojas raíces, etc., el complejo tejido social está sostenido por las familias y en nuestro caso nos referimos a familias cristianas.
Como decíamos antes en este mundo nada es casual; todo responde a los designios eternos de Dios Padre. Respecto a la realidad de la vida familiar este plan viene ya anunciado al comienzo de los tiempos, por las palabras del libro del Génesis, cuando el Creador-Elohim encuentra en el hombre - varón y mujer -, al aparecer «ante El», un bien digno de complacencia: «Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho» (Gén 1, 31).
El ser humano, varón y mujer, desde el «principio» es hecho partícipe de este don sobrenatural. Lo que a lo largo de los siglos se conocerá como institución del matrimonio, según las palabras del Génesis 2, 24, expresa no sólo el comienzo de la fundamental comunidad humana que, mediante la fuerza «procreadora» que le es propia («procread y multiplicaos»: Gén 1, 28) sirve para continuar la obra de la creación, pero, al mismo tiempo, expresa la iniciativa salvífica del Creador que corresponde a la elección eterna del hombre, de la que habla también nos habla la Carta a los Efesios. Esa iniciativa salvífica proviene de Dios Creador y su eficacia sobrenatural se identifica con el acto mismo de la creación del hombre en el estado de la inocencia originaria.
Sin embargo, es sabido que la heredad de la gracia fue rechazada por el corazón humano en el momento de la ruptura de la primera alianza con el Creador. Sin embargo el matrimonio jamás dejo de ser la figura de aquel sacramento, del que habla la Carta a los Efesios (Ef 5, 22-33) y al que el autor de la misma Carta no vacila en definir «gran misterio». ¿Acaso no podemos deducir que el matrimonio quedó como plataforma de la realización de los eternos designios de Dios según los cuales el sacramento de la creación había acercado a los hombres y los había preparado al sacramento de la redención, introduciéndoles en la dimensión de la obra de la salvación?.
El Papa Benedicto XVI, en su primera Encíclica « Deus caritas est » propone una revisión positiva del amor en sus múltiples manifestaciones, incluyendo -como corresponde a la sana tradición bíblica y eclesial- la plena valoración de la vida familiar:: " El amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros. ?" ( Primera parte, nº 1.).
El Papa hablando de las distintas acepciones de la palabra amor señala "...en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor. Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?" ( Primera parte, nº 2.).
" ...que entre el amor y lo divino existe una cierta relación: el amor promete infinidad, eternidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo, se constata que el camino para lograr esta meta no consiste simplemente en dejarse dominar por el instinto. Hace falta una purificación y maduración, que incluyen también la renuncia. Esto no es rechazar el eros ni « envenenarlo », sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza". ( Primera parte, nº 5.).
Toda esta valoración de la vida familiar ha resonado desde Valencia a todo el mundo en este V encuentro mundial de la Familia. Es un don inestimable que el Señor nos ha concedido, por ello debemos estar agradecidos y desde esa actitud de agradecimiento darlo a conocer con palabras y especialmente con hechos testimoniales.
En estas Fiestas, en que hay tiempo de encuentro familiar, todos estamos invitados a compartir, disfrutar y orar por nuestras familias.
Que mejor forma que mantener la hermosa oración del V Encuentro mundial de la Familia, con alguna modificación, ya que lo que era preparación es ya realidad :
OH, Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad. Te damos gracias por nuestra familia. Concédenos la fuerza para permanecer unidos en el amor, la generosidad y la alegría de vivir juntos. Te pedimos, Señor, que los frutos del encuentro mundial de las familias sean abundantes en nuestras familias. Ayúdanos en nuestra misión de transmitir la fe que recibimos de nuestros padres.
Abre el corazón de nuestros hijos para que crezca en ellos la semilla de la fe que recibieron en el bautismo.
Fortalece la fe de nuestros jóvenes, para que crezcan en el conocimiento de Jesús. Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios, especialmente aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad. Derrama tu gracia y tu bendición sobre todas las familias del mundo, especialmente aquéllas que participaron en el encuentro mundial de las familias en Valencia. Bendice también a nuestro Papa Benedicto .
Dale sabiduría y fortaleza, y concédenos el gozo de poderlo recibir en Valencia junto con las familias de todo el mundo. Unidos a José y María, te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor. Amén.
Que el Amor de Dios y su Bendición nos mantengan unidos para mayor gloria suya y bien de la Iglesia, la familia de los hijos de Dios.
Valencia Julio del Año del Señor 2006
Rafael Pla Calatayud.
Documento conclusivo.
El Papa agradece a monseñor García-Gasco la "exquisita acogida y hospitalidad" de Valencia durante su viaje apostólico Valencia, 11/07/2006 (AVAN).- El papa Benedicto XVI ha enviado un mensaje al arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, en el que le expresa, textualmente, " mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata presencia en esta ciudad".
El mensaje íntegro del Sumo Pontífice es el siguiente:
"Al regresar a Roma después de la gozosa experiencia eclesial y espiritual del Encuentro Mundial de las Familias, llamado a producir abundantes frutos en los numerosos participantes y en tantas otras familias de todo el mundo, deseo expresar a Vuestra Excelencia y a los Obispos Auxiliares mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata permanencia en esa ciudad. Correspondo a ello pidiendo al Señor que continúe haciendo muy fecundo su ministerio pastoral en esa amada Iglesia valentina, con tan gran historia y tan rica en valores cristianos.
Le ruego que haga llegar mi gratitud también a todos los diocesanos, especialmente a quienes tanto han colaborado en la preparación y desarrollo de este gran evento, a la vez que imparto de corazón la Bendición Apostólica a los pastores y fieles de esa archidiócesis. Benedictus PP. XVI".
El mensaje del Papa ha sido remitido al arzobispo de Valencia por el sustituto de la secretaría de estado vaticana, monseñor Leonardo Sandri, quien, al saludar al arzobispo, califica también como "inolvidable" la estancia de Benedicto XVI en Valencia.
El V Encuentro continua, mantente unido y comunicado desde esta gran experiencia.
El Papa agradece a monseñor García-Gasco la "exquisita acogida y hospitalidad" de Valencia durante su viaje apostólico Valencia, 11/07/2006 (AVAN).- El papa Benedicto XVI ha enviado un mensaje al arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, en el que le expresa, textualmente, " mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata presencia en esta ciudad".
El mensaje íntegro del Sumo Pontífice es el siguiente:
"Al regresar a Roma después de la gozosa experiencia eclesial y espiritual del Encuentro Mundial de las Familias, llamado a producir abundantes frutos en los numerosos participantes y en tantas otras familias de todo el mundo, deseo expresar a Vuestra Excelencia y a los Obispos Auxiliares mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata permanencia en esa ciudad. Correspondo a ello pidiendo al Señor que continúe haciendo muy fecundo su ministerio pastoral en esa amada Iglesia valentina, con tan gran historia y tan rica en valores cristianos.
Le ruego que haga llegar mi gratitud también a todos los diocesanos, especialmente a quienes tanto han colaborado en la preparación y desarrollo de este gran evento, a la vez que imparto de corazón la Bendición Apostólica a los pastores y fieles de esa archidiócesis. Benedictus PP. XVI".
El mensaje del Papa ha sido remitido al arzobispo de Valencia por el sustituto de la secretaría de estado vaticana, monseñor Leonardo Sandri, quien, al saludar al arzobispo, califica también como "inolvidable" la estancia de Benedicto XVI en Valencia.
El V Encuentro continua, mantente unido y comunicado desde esta gran experiencia. Valencia, 11/07/2006 (AVAN).- El papa Benedicto XVI ha enviado un mensaje al arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, en el que le expresa, textualmente, " mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata presencia en esta ciudad".
El mensaje íntegro del Sumo Pontífice es el siguiente:
"Al regresar a Roma después de la gozosa experiencia eclesial y espiritual del Encuentro Mundial de las Familias, llamado a producir abundantes frutos en los numerosos participantes y en tantas otras familias de todo el mundo, deseo expresar a Vuestra Excelencia y a los Obispos Auxiliares mi más sentida gratitud por la exquisita acogida, agradable hospitalidad y las continuas atenciones que me han dispensado en todos los momentos de mi grata permanencia en esa ciudad. Correspondo a ello pidiendo al Señor que continúe haciendo muy fecundo su ministerio pastoral en esa amada Iglesia valentina, con tan gran historia y tan rica en valores cristianos.
Le ruego que haga llegar mi gratitud también a todos los diocesanos, especialmente a quienes tanto han colaborado en la preparación y desarrollo de este gran evento, a la vez que imparto de corazón la Bendición Apostólica a los pastores y fieles de esa archidiócesis. Benedictus PP. XVI".
El mensaje del Papa ha sido remitido al arzobispo de Valencia por el sustituto de la secretaría de estado vaticana, monseñor Leonardo Sandri, quien, al saludar al arzobispo, califica también como "inolvidable" la estancia de Benedicto XVI en Valencia.
El V Encuentro continua, mantente unido y comunicado desde esta gran experiencia.
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Eso somos todos, cada uno en su sitio y en su lugar en el mundo: hombres y mujeres elegidos por Dios para dar testimonio de Cristo y llevar a quienes nos rodean la alegría de saberse hijos de Dios, a pesar de nuestros errores y procurando luchar contra ellos. En cada familia auténticamente cristiana se reproduce de algún modo el misterio de la Iglesia, escogida por Dios y enviada como guía del mundo. En cada familia auténticamente cristiana se reproduce de algún modo el misterio de la Iglesia, escogida por Dios y enviada como guía del mundo.
¿Cómo describiré –se pregunta un escritor de los primeros siglos– la felicidad de ese matrimonio que la Iglesia une, que la entrega confirma, que la bendición sella, que los ángeles proclaman, y al que Dios Padre tiene por celebrado?...
http://www.egrupos.net/grupo/familias2006/alta http://www.egrupos.net/grupo/familias2006/alta
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Publicado por casaBetania el 12 de Julio, 2006, 11:33
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Homilia de la Misa conclusiva
Homilía del Santo Padre Benedicto XVI en la Eucaristía conclusiva del V Encuentro Mundial de las Familias

Ciudad de las Artes y las Ciencias Domingo 9 de julio de 2006
Queridos hermanos y hermanas:
En esta Santa Misa que tengo la inmensa alegría de presidir, concelebrando con numerosos hermanos en el episcopado y con un gran número de sacerdotes, doy gracias al Señor por todas las amadas familias que os habéis congregado aquí formando una multitud jubilosa, y también por tantas otras que, desde lejanas tierras, seguís esta celebración a través de la radio y la televisión. A todos deseo saludaros y expresaros mi gran afecto con un abrazo de paz.
Los testimonios de Ester y Pablo, que hemos escuchado antes en las lecturas, muestran cómo la familia está llamada a colaborar en la transmisión de la fe. Ester confiesa: "Mi padre me ha contado que tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones" (14,5). Pablo sigue la tradición de sus antepasados judíos dando culto a Dios con conciencia pura. Alaba la fe sincera de Timoteo y le recuerda "esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú" (2 Tm 1,5). En estos testimonios bíblicos la familia comprende no sólo a padres e hijos, sino también a los abuelos y antepasados. La familia se nos muestra así como una comunidad de generaciones y garante de un patrimonio de tradiciones.
Ningún hombre se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido por sí solo los conocimientos elementales para la vida. Todos hemos recibido de otros la vida y las verdades básicas para la misma, y estamos llamados a alcanzar la perfección en relación y comunión amorosa con los demás. La familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral.
Cuando un niño nace, a través de la relación con sus padres empieza a formar parte de una tradición familiar, que tiene raíces aún más antiguas. Con el don de la vida recibe todo un patrimonio de experiencia. A este respecto, los padres tienen el derecho y el deber inalienable de transmitirlo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en la vida social, en el ejercicio responsable de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios. Los hijos crecen y maduran humanamente en la medida en que acogen con confianza ese patrimonio y esa educación que van asumiendo progresivamente. De este modo son capaces de elaborar una síntesis personal entre lo recibido y lo nuevo, y que cada uno y cada generación está llamado a realizar.
En el origen de todo hombre y, por tanto, en toda paternidad y maternidad humana está presente Dios Creador. Por eso los esposos deben acoger al niño que les nace como hijo no sólo suyo, sino también de Dios, que lo ama por sí mismo y lo llama a la filiación divina. Más aún: toda generación, toda paternidad y maternidad, toda familia tiene su principio en Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A Ester su padre le había trasmitido, con la memoria de sus antepasados y de su pueblo, la de un Dios del que todos proceden y al que todos están llamados a responder. La memoria de Dios Padre que ha elegido a su pueblo y que actúa en la historia para nuestra salvación. La memoria de este Padre ilumina la identidad más profunda de los hombres: de dónde venimos, quiénes somos y cuán grande es nuestra dignidad. Venimos ciertamente de nuestros padres y somos sus hijos, pero también venimos de Dios, que nos ha creado a su imagen y nos ha llamado a ser sus hijos. Por eso, en el origen de todo ser humano no existe el azar o la casualidad, sino un proyecto del amor de Dios. Es lo que nos ha revelado Jesucristo, verdadero Hijo de Dios y hombre perfecto. Él conocía de quién venía y de quién venimos todos: del amor de su Padre y Padre nuestro.
La fe no es, pues, una mera herencia cultural, sino una acción continua de la gracia de Dios que llama y de la libertad humana que puede o no adherirse a esa llamada. Aunque nadie responde por otro, sin embargo los padres cristianos están llamados a dar un testimonio creíble de su fe y esperanza cristiana. Han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a sus hijos con la mayor claridad y autenticidad.
Con el pasar de los años, este don de Dios que los padres han contribuido a poner ante los ojos de los pequeños necesitará también ser cultivado con sabiduría y dulzura, haciendo crecer en ellos la capacidad de discernimiento. De este modo, con el testimonio constante del amor conyugal de los padres, vivido e impregnado de la fe, y con el acompañamiento entrañable de la comunidad cristiana, se favorecerá que los hijos hagan suyo el don mismo de la fe, descubran con ella el sentido profundo de la propia existencia y se sientan gozosos y agradecidos por ello.
La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a sus hijos a rezar y rezan con ellos (cf. Familiaris consortio, 60); cuando los acercan a los sacramentos y los van introduciendo en la vida de la Iglesia; cuando todos se reúnen para leer la Biblia, iluminando la vida familiar a la luz de la fe y alabando a Dios como Padre.
En la cultura actual se exalta muy a menudo la libertad del individuo concebido como sujeto autónomo, como si se hiciera él sólo y se bastara a sí mismo, al margen de su relación con los demás y ajeno a su responsabilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo a partir de deseos subjetivos y mudables, sin referencia alguna a una verdad objetiva previa como son la dignidad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo social.
La Iglesia no cesa de recordar que la verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, la educación cristiana es educación de la libertad y para la libertad. "Nosotros hacemos el bien no como esclavos, que no son libres de obrar de otra manera, sino que lo hacemos porque tenemos personalmente la responsabilidad con respecto al mundo; porque amamos la verdad y el bien, porque amamos a Dios mismo y, por tanto, también a sus criaturas. Ésta es la libertad verdadera, a la que el Espíritu Santo quiere llevarnos" (Homilía en la vigilia de Pentecostés, L’Osservatore Romano, edic. lengua española, 9-6-2006, p. 6).
Jesucristo es el hombre perfecto, ejemplo de libertad filial, que nos enseña a comunicar a los demás su mismo amor: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor" (Jn 15,9). A este respecto enseña el Concilio Vaticano II que "los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino, deben apoyarse mutuamente en la gracia, con un amor fiel a lo largo de toda su vida, y educar en la enseñanza cristiana y en los valores evangélicos a sus hijos recibidos amorosamente de Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de un amor incansable y generoso, construyen la fraternidad de amor y son testigos y colaboradores de la fecundidad de la Madre Iglesia como símbolo y participación de aquel amor con el que Cristo amó a su esposa y se entregó por ella" (Lumen gentium, 41).
La alegría amorosa con la que nuestros padres nos acogieron y acompañaron en los primeros pasos en este mundo es como un signo y prolongación sacramental del amor benevolente de Dios del que procedemos. La experiencia de ser acogidos y amados por Dios y por nuestros padres es la base firme que favorece siempre el crecimiento y desarrollo auténtico del hombre, que tanto nos ayuda a madurar en el camino hacia la verdad y el amor, y a salir de nosotros mismos para entrar en comunión con los demás y con Dios.
Para avanzar en ese camino de madurez humana, la Iglesia nos enseña a respetar y promover la maravillosa realidad del matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, que es, además, el origen de la familia. Por eso, reconocer y ayudar a esta institución es uno de los mayores servicios que se pueden prestar hoy día al bien común y al verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades, así como la mejor garantía para asegurar la dignidad, la igualdad y la verdadera libertad de la persona humana.
En este sentido, quiero destacar la importancia y el papel positivo que a favor del matrimonio y de la familia realizan las distintas asociaciones familiares eclesiales. Por eso, "deseo invitar a todos los cristianos a colaborar, cordial y valientemente con todos los hombres de buena voluntad, que viven su responsabilidad al servicio de la familia" (Familiaris consortio, 86), para que uniendo sus fuerzas y con una legítima pluralidad de iniciativas contribuyan a la promoción del verdadero bien de la familia en la sociedad actual.
Volvamos por un momento a la primera lectura de esta Misa, tomada del libro de Ester. La Iglesia orante ha visto en esta humilde reina, que intercede con todo su ser por su pueblo que sufre, un prefiguración de María, que su Hijo nos ha dado a todos nosotros como Madre; una prefiguración de la Madre, que protege con su amor a la familia de Dios que peregrina en este mundo. María es la imagen ejemplar de todas las madres, de su gran misión como guardianas de la vida, de su misión de enseñar el arte de vivir, el arte de amar.
La familia cristiana —padre, madre e hijos— está llamada, pues, a cumplir los objetivos señalados no como algo impuesto desde fuera, sino como un don de la gracia del sacramento del matrimonio infundida en los esposos. Si éstos permanecen abiertos al Espíritu y piden su ayuda, él no dejará de comunicarles el amor de Dios Padre manifestado y encarnado en Cristo. La presencia del Espíritu ayudará a los esposos a no perder de vista la fuente y medida de su amor y entrega, y a colaborar con él para reflejarlo y encarnarlo en todas las dimensiones de su vida. El Espíritu suscitará asimismo en ellos el anhelo del encuentro definitivo con Cristo en la casa de su Padre y Padre nuestro. Éste es el mensaje de esperanza que desde Valencia quiero lanzar a todas las familias del mundo. Amén.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 13:09
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Mensaje del Papa en su despedida en el aeropurto de Manises
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI en la ceremonia de despedida de su Viaje Apostólico a Valencia
Majestades, Señor Presidente del Gobierno y distinguidas Autoridades, Señores Cardenales y Hermanos en el episcopado, Queridos hermanos y hermanas:
1. Al concluir mi grata estancia en Valencia con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, agradezco vivamente a Sus Majestades los Reyes de España, a las Autoridades de la Nación, de la Generalitat de Valencia, del Ayuntamiento y de la Diputación, así como al Señor Arzobispo y a todos vosotros, la amable hospitalidad que me habéis dispensado y las muestras de afecto en todos los momentos de mi visita a esta floreciente tierra levantina.
2. Confío en que, con la ayuda del Altísimo y la maternal protección de la Virgen María, este Encuentro siga resonando como un canto gozoso del amor, de la vida y de la fe compartida en las familias, ayudando al mundo de hoy a comprender que la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer establecen un vínculo permanente, es un gran bien para toda la humanidad.
3. Gracias por vuestra presencia aquí. Habéis venido de todos los continentes del mundo, con no pocos sacrificios que habéis afrontado y ofrecido al Señor. Os llevo en mi corazón. Mis sentimientos se unen a mi oración para que el Todopoderoso os bendiga hoy y siempre.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:43
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Ültimo mensaje del Papa al final de la misa.
Mensaje del Santo Padre al término de la Eucaristía conclusiva del V Encuentro Mundial de las Familias
Antes de terminar esta celebración nos dirigimos a la Virgen María, como tantas familias la invocan en la intimidad de su casa, para que las asista con su solicitud materna. Con la intercesión de María, abrid vuestros hogares y vuestros corazones a Cristo para que él sea vuestra fuerza y vuestro gozo, y os ayude a vivir unidos y a proclamar al mundo la fuerza invencible del verdadero amor.
En este momento quiero dar gracias a todos los que han hecho posible el buen desarrollo de este Encuentro. De modo particular deseo reconocer el trabajo sacrificado y eficaz de los numerosos Voluntarios de tantas nacionalidades por su abnegada colaboración en todos los actos. Un agradecimiento especial lo dedico a las numerosas personas y comunidades religiosas, sobre todo de clausura, que con su oración perseverante han acompañado todas las celebraciones.
Ahora tengo el gozo de anunciar que el próximo Encuentro Mundial de las Familias se celebrará el año 2009 en la Ciudad de México. A la amada Iglesia que peregrina en la noble Nación mexicana y en la persona del Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de aquella ciudad, expreso ya desde ahora mi gratitud por su disponibilidad.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:42
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Saludo del Arzobispo de Valencia en la Misa conclusiva
Saludo del Arzobispo de Valencia al Santo Padre Benedicto XVI al inicio de la Eucaristía conclusiva del V Encuentro Mundial de las Familias
Santo Padre
Familias de todo el mundo se congregan en torno a este altar para celebrar la Eucaristía con el Papa.
Gracias, Santidad, por estar aquí con todas las familias. Queremos corresponder a su compañía y consuelo, con todo el calor y la ternura de nuestro cariño.
Con claridad Juan Pablo II anticipó proféticamente que el destino de la humanidad se forja en la familia. Nos recordó que el compromiso de la Iglesia con la verdad y dignidad del hombre es el corazón de una nueva evangelización y nos invitó a promover la construcción de una civilización del amor y de la vida frente a la cultura de la muerte. “¡Sed, convertíos en lo que sois!” pedía Juan Pablo II a las familias. Hoy le recordamos agradecidos y emocionados.
Estamos aquí por Juan Pablo II y por Benedicto XVI. Por las familias, la paz y el futuro de la humanidad. En esta encrucijada de los tiempos, Vuestra Santidad ha dicho recientemente que el amor es la única revolución capaz de salvar al mundo y al hombre. Se lo habéis dicho a la juventud: El arma que a todas desarma es el amor. Bajo estas perspectivas de largo alcance hemos preparado este V Encuentro Mundial de las Familias con su Santidad.
Nos han ocupado tres importantes aspectos.
Hemos deseado que el Encuentro perdure en el tiempo, siendo ocasión de una nueva, amplia y extensa catequesis del Magisterio de la Iglesia sobre la sexualidad, el amor humano, la verdad del matrimonio y la familia.
Hemos salido al encuentro de las familias, meses antes de su celebración.
Queremos, además, que este V Encuentro, con vuestro discurso de ayer a las familias y vuestra homilía de esta mañana, se convierta en punto de partida de nuevas, y más directas formas de comunicación del Magisterio para todas las familias del mundo.
Queremos corresponder a su presencia entre nosotros y a la luz de su palabra con este esfuerzo y con esta ilusión de renovación comunicativa y pedagógica.
Estamos confiados en merecer, como ocurre en familia, la tierna sonrisa de su agrado y beneplácito.
La fe cristiana —habéis recordado Santo Padre— no es una idea, una ideología, un código de normas éticas. Es, ante todo, un encuentro de amor con la persona concreta de Jesucristo. Un encuentro íntimo con todas sus consecuencias.
Esta infinita locura de amor ocurrió en familia.
Dios nos ama. Ama a cada una de nuestras familias.
Vuestra Santidad nos ha dicho que Dios nos ama con amor apasionado, con amor que perdona, con amor fuerte, con amor que nos revive de cualquier anemia.
Este amor de Dios a cada uno de nosotros y a cada familia es la fuente de nuestra alegría y nuestra paz en cualquier circunstancia favorable o adversa.
Jesucristo nos está esperando, a todas las familias, en esta Eucaristía junto al Santo Padre, su Vicario en esta tierra, Benedicto XVI, para infundir la luz y la gracia eficaz de su amor dentro de cada uno de nuestros amores familiares.
Que sea la fuerza del Sacramento quien mueva nuestras vidas y no nuestros sentimientos.
Gracias Santo Padre, en nombre de todas las familias, por vuestra amorosa compañía y por la luz de vuestra palabra.
Gracias por venir a Valencia.
Gracias por venir a España.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:40
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Mensaje del Papa en el Encuentro Testimonial de las familias.
Mensaje del Santo Padre en el Encuentro de Testimonio y Oración de las Familias del Mundo
Amados hermanos y hermanas:
Siento un gran gozo al participar en este encuentro de oración, en el cual se quiere celebrar con gran alegría el don divino de la familia. Me siento muy cercano con la oración a todos los que han vivido recientemente el luto en esta ciudad, y con la esperanza en Cristo resucitado, que da aliento y luz aún en los momentos de mayor desgracia humana.
Unidos por la misma fe en Cristo, nos hemos congregado aquí, desde tantas partes del mundo, como una comunidad que agradece y da testimonio con júbilo de que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para amar y que sólo se realiza plenamente a sí mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor. Por eso la Iglesia manifiesta constantemente su solicitud pastoral por este espacio fundamental para la persona humana. Así lo enseña en su Magisterio, en el Catecismo: “Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne».
Ésta es la verdad que la Iglesia proclama sin cesar al mundo. Mi querido predecesor Juan Pablo II, decía que “El hombre se ha convertido en ‘imagen y semejanza’ de Dios, no sólo a través de la propia humanidad, sino también a través de la comunión de las personas que el varón y la mujer forman desde el principio. Se convierten en imagen de Dios, no tanto en el momento de la soledad, cuanto en el momento de la comunión”. Por eso he confirmado la convocatoria de este V Encuentro Mundial de las Familias en España, y concretamente en Valencia, rica en sus tradiciones y orgullosa de la fe cristiana que se vive y cultiva en tantas familias.
La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad. Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de armonía y afecto de los padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues el amor entre el padre y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del amor fiel y duradero.
La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos.
El padre y la madre se han dicho un “sí” total ante Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un “sí” de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, éstos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente quieran dar a su vez un “sí” a quienes les han dado la vida.
Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la dispersión que se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario garantizar que las familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe.
Cristo ha revelado cuál es siempre la fuente suprema de la vida para todos y, por tanto, también para la familia: “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos”. El amor de Dios mismo se ha derramado sobre nosotros en el bautismo. De ahí que las familias están llamadas a vivir esa calidad de amor, pues el Señor es quien se hace garante de que eso sea posible para nosotros a través del amor humano, sensible, afectuoso y misericordioso como el de Cristo.
Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si éstos ven que sus padres -y en general los adultos que les rodean- viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana. Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos.
Este V Encuentro Mundial nos invita a reflexionar sobre un tema de particular importancia y que comporta una gran responsabilidad para nosotros: “La transmisión de la fe en la familia”. Lo expresa muy bien el Catecismo de la Iglesia Católica, que dice: “Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y con ello a comprender y comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe” .
Como se simboliza en la liturgia del bautismo, con la entrega del cirio encendido, los padres son asociados al misterio de la nueva vida como hijos de Dios, que se recibe con las aguas bautismales. Transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente. “La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Cada miembro, según su propio papel, ejerce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas y lugar del primer anuncio de la fe a los hijos” . “Los padres, partícipes de la paternidad divina, son los primeros responsables de la educación de sus hijos y los primeros anunciadores de la fe. Tienen el deber de amar y de respetar a sus hijos como personas y como hijos de Dios... En especial, tienen la misión de educarlos en la fe cristiana”.
El lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se fortalece a través de la oración y de la práctica cristiana. En la lectura del Deuteronomio hemos escuchado la oración repetida constantemente por el pueblo elegido, la Shema Israel, y que Jesús escucharía y repetiría en su hogar de Nazaret. Él mismo la recordaría durante su vida pública, como nos refiere el evangelio de Marcos. Ésta es la fe de la Iglesia que viene del amor de Dios, por medio de vuestras familias. Vivir la integridad de esta fe, en su maravillosa novedad, es un gran regalo. Pero en los momentos en que parece que se oculta el rostro de Dios, creer es difícil y cuesta un gran esfuerzo.
Este encuentro da nuevo aliento para seguir anunciando el Evangelio de la familia, reafirmar su vigencia e identidad basada en el matrimonio abierto al don generoso de la vida, y donde se acompaña a los hijos en su crecimiento corporal y espiritual. De este modo se contrarresta un hedonismo muy difundido, que banaliza las relaciones humanas y las vacía de su genuino valor y belleza. Promover los valores del matrimonio no impide gustar plenamente la felicidad que el hombre y la mujer encuentran en su amor mutuo. La fe y la ética cristiana, pues, no pretenden ahogar el amor, sino hacerlo más sano, fuerte y realmente libre. Para ello, el amor humano necesita ser purificado y madurar para ser plenamente humano y principio de una alegría verdadera y duradera.
Invito, pues, a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa Sede en la Carta de los Derechos de la Familia. El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos.
La criatura concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegida. Los hijos, con el fundamental derecho a nacer y a ser educados en la fe, tienen derecho a un hogar que tenga como modelo el de Nazaret y sean preservados de toda clase de insidias y amenazas.
Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte.
Quiero ahora recitar una parte de la oración que habéis rezado pidiendo por el buen fruto de este Encuentro Mundial de las Familias:
Oh, Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad. Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus mandamientos. Socórrenos en nuestra misión de transmitir la fe a nuestros hijos. Abre su corazón para que crezca en ellos la semilla de la fe que recibieron en el bautismo. Fortalece la fe de nuestros jóvenes, para que crezcan en el conocimiento de Jesús. Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios, especialmente aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad. (. . .) Unidos a José y María, Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:38
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Mensaje del Papa ante la Virgen
Mensaje del Santo Padre en la Plaza de la Virgen
Queridos hermanos y hermanas:
Al llegar a Valencia, he querido ante todo visitar el lugar que representa el centro de esta antiquísima y floreciente Iglesia particular que me recibe: su bella Catedral, donde he orado ante el Santísimo Sacramento y me he detenido ante la renombrada reliquia del Santo Cáliz. Allí he saludado a los Obispos, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, que según su propio ministerio y carisma se esfuerzan por mantener viva la luz de la fe.
Después, ante la Virgen de los Desamparados, que los valencianos veneran con gran fervor y profunda devoción, le he implorado que sostenga su fe y llene de esperanza a todos sus hijos. Allí, acompañando a las familias de las víctimas del Metro, he rezado también con ellas un Padrenuestro por el eterno descanso de sus seres queridos.
Ahora deseo saludaros con afecto, queridos seminaristas, acompañados de vuestros familiares, que viven con gozo la dicha de vuestra vocación. El amor, entrega y fidelidad de los padres, así como la concordia en la familia, es el ambiente propicio para que se escuche la llamada divina y se acoja el don de la vocación. Vivid intensamente los años de preparación en el seminario, con la ayuda y el discernimiento de los formadores, y con la docilidad y confianza total de los Apóstoles, que siguieron a Jesús prontamente. Aprended de la Virgen María cómo se acoge sin reservas esta llamada, con alegría y generosidad. Esto lo recordamos y lo pedimos precisamente en la bella oración del Ángelus que a continuación rezaremos todos juntos, rogando también «al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38).
Y ahora, con amor filial y en valenciano, me dirijo a la Virgen, vuestra Patrona. «Davant de la Cheperudeta vullc dirli: “Ampareumos nit i dia en totes les necessitats, puix que sou, Verge María, Mare dels Desamparats”.»
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:37
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Palabras del Arzobispo de Valencia al Papa
Palabras del Arzobispo de Valencia al Santo Padre, en la Plaza de la Virgen
Santo Padre:
Qué alegría encontrarnos aquí: UNIDOS.
¡Benvingut a Valencia! ¡Bienvenido a España!
Esta unión la sentimos más que nunca. Hemos vivido una semana muy intensa. Nuestra alegría de encontrarnos se quebró por el dolor de la tragedia.
Pero estamos en familia. Es decir, estamos juntos, unidos por amor, en las alegrías y en las penas, en las buenas y en las adversas circunstancias.
Los fallecidos y sus familias son también nuestros muertos y nuestras familias.
En estas horas de dura prueba, Vuestra Santidad, nos ha sido de gran consuelo. En los primeros momentos, con sus oraciones desde Roma. Ahora con su presencia y con su encuentro íntimo con las familias de las víctimas.
A todos nos ha conmovido la ternura de su compañía y la fuerza de su testimonio puesto en Jesucristo, muerto y resucitado. GRACIAS.
En este emblemático lugar, verdadero corazón de Valencia, le doy la más cordial y afectuosa bienvenida a esta Ciudad, “cap y casal del Regne”, y a esta Iglesia local valentina, que de un extremo a otro se ha preparado con tanto ardor para acogerle.
Le recibimos con cariño y alegría para presidir el Vº Encuentro Mundial de las Familias, que venidas de todo el mundo, desean encontrarse con Vuestra Santidad para proclamar la belleza del “evangelio de la vida y de la familia”, que precisa nuestra sociedad.
Nos encontramos sobre las raíces cristianas de Valencia.
Junto a nosotros están las ruinas de la Valencia romana, testigo de los comienzos de la difusión de la Buena Nueva de Jesucristo, incluso con el testimonio de los mártires.
San Vicente mártir inicia nuestra historia cristiana.
Las raíces cristianas han germinado acompañadas por la intercesión maternal de la Virgen de los Desamparados, nuestra Patrona, ante la cual os habéis postrado ahora, uniendo vuestra voz a la de tantos fieles que se acogen a nuestra Madre, seguros de encontrar en ella amparo y consuelo.
Aquí, Santo Padre, veneramos a la Virgen bajo una advocación mariana que, desde sus orígenes, nos anima a promover el ejercicio de la caridad con los más necesitados.
Los valencianos, a los pies de su Madre, reafirman su fe en Dios. Ese Dios del que nos habéis recordado en vuestra encíclica que es amor y nos llama a difundirlo en todas partes.
Este es el marco más adecuado para presentaros la Iglesia en Valencia, rica en historia, compromiso evangélico, testimonios de santidad y acción misionera.
Hoy, en los inicios del Tercer Milenio, la Iglesia en Valencia, quiere seguir siendo evangelizada y evangelizadora; instrumento para la íntima comunión con Dios y fraternidad entre todos los hombres.
Santo Padre: los sacerdotes, religiosos y religiosas que habéis encontrado en la Catedral; los seminaristas y familias que llenan esta plaza, los fieles todos de Valencia. unidos espiritualmente a nosotros en este momento, os acogen con amor como Sucesor de san Pedro.
En su nombre, os renuevo sus sentimientos de adhesión y afecto filial, que siempre van acompañados de sus oraciones por vuestras intenciones de Pastor de la Iglesia universal.
Santo Padre, para proseguir con nuestro camino eclesial y con nuestra vida de discípulos de Jesús, ilumínenos con su palabra y ayúdenos con su Bendición.
Santo Padre: Bienvenido a su casa, Bienvenido a Valencia. Bienvenido a España.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:35
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Oración del Papa por las victims del metro, junto a la entrada del mismo
Oración por las víctimas del Metro
Ante la Virgen de los Desamparados, le pedimos que sea consuelo para todas las familias que han sufrido las consecuencias del accidente, que ha sumido en el dolor y el luto a sus hijos en esta ciudad.
Con el corazón puesto en la misericordia divina, recemos todos juntos un Padrenuestro en sufragio de quienes están ahora en la presencia de Dios.
Todos:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
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Publicado por casaBetania el 11 de Julio, 2006, 12:33
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